Nunca ha estado del todo claro si el secreto de la felicidad consiste
en no ser completamente imbécil o en no serlo. Bertrand Russell opta
decididamente por la primera alternativa. Para ser razonablemente feliz
hay que pensar de modo adecuado, no dejar completamente de pensar; hay
que actuar invetivamente y si es posible desinteresadamente, no dejar de
actuar del todo". Prólogo de Fernando Savater
La felicidad ¿es un estado o una búsqueda? Esta obra afirma que lo
segundo: el ser humano se debe mostrar activo en la eliminación de las
trabas al despliegue de la felicidad, comenzando por eliminar esas
pasiones egocéntricas que son la envidia, el miedo o la conciencia de
pecado y reforzando las que impulsan hacia fuera de sí mismo, que
invitan a sentirse parte de la corriente de la vida: «Cuantas más cosas
interesen a alguien, más oportunidades de felicidad tendrá», afirma,
para concluir que el ser feliz es el que se siente ciudadano del
universo «y goza libremente del espectáculo que le ofrece y de las
alegrías que le brinda».
Una obra de autoayuda… si no fuera porque se trata de un proyecto, de
raigambre estoica, de repensar el ser humano y su posición en el mundo. |
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