En el Antiguo Testamento me parece que don Isaac se esmeró más. Como
judío (aunque no fuera ejerciente) parece claro que las historias
bíblicas le tocaban más de cerca que la figura de Cristo y los hombres
que perpetuaron su memoria.
A la hora de leer ambos libros no importa mucho que uno sea creyente o
no lo sea; y en caso de serlo, que su confesión sea judía o cristiana;
tampoco habría problemas para un católico y un protestante. Quizá hay
algún problema con la traducción al castellano. A la hora de citar los
versículos, se utiliza una Biblia distinta de la usada por Asimov (la
King James) y sucede que llega a perderse el sentido de algunas citas
por más que el traductor se esfuerce en que no sea así. |
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